Las
uñas extirpadas
Amaré las uñas de tus pies
el día del naufragio irredimible
en la mixtura,
eludiendo ese viejo atolladero
que nos impide ansiar lo menos sacro.
Iré sin aspavientos por la vida,
colectando los deshechos de tus dedos
ácratas.
Despellejando iré a liberarlas
del sufrimiento ultramontano que
las grapa por costales.
Año y medio después verás nacerlas
laminosas, sumisas, elegantes,
olvidadas de todo y emergidas
del tributo solemne de patíbulo.
Porque tus uñas son como mis miedos,
abandonados a la fiel inercia
de la cosecha y las escarpias.
Inútil será que trates de apretarlas,
retenerlas al pozo de la costra,
a tu carne desprovista de coronas,
de velos y algodones.
Será en vano.
Iré, verás que iré,
como un canguro
atravesando barricadas.
Y trascartón te colgaré del cuello
como a un cadáver mecido en la
tormenta
porque tus uñas
alimentaron a los puercos.
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