No
es breve la vida
¿Tienes anotada en tu agenda
las veces que estuvimos a punto de
morir
de soledad?
Si siempre hemos sido francotiradores
de la
palabra,
no pudimos saborear el higo maduro
de las briosas pasiones juveniles.
No llores, te suplico.
Escribo para recordarte que lo
incorpóreo
es apenas la liana de Tarzán
en la selva evanescente entre dos
enamorados.
Ponle freno a esta guerra consecutiva
y distante.
¿No basta el estupor de la sangre
futura?
La vida huye de la muerte
y
retuerce el pescuezo a la irredimible
hermosura del porvenir
para vencer la brutal destrucción del
horizonte.
No es breve la vida.
Es insensata.
Su apotegma es transparente,
inofensivo.
Aunque la achacosa pompa fúnebre
que suena en las catacumbas
tenga la paciencia de un santo
que desagua furor desafinado.
No es mala la muerte.
Su misión es no existir
sino en la mente fantasiosa de los
orfebres
de su sortilegio.
Tu aliento huele a fuego en el
desierto.
Arde el corazón semejando una rama
seca
que encendiera el sol
por una voladura equívoca y revulsiva.
Las llamas se remontan al cielo.
Las frágiles nubes cargadas de lluvia
explotan de gozo,
previendo el choque orgásmico.
El tiempo de lo que no pasa,
pasa.
El juego está próximo a comenzar.
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