Melancolía
ajedrecística
1.-
Era extraña,
deliraba que tú eras vos.
Usted de ilimitadas
movidas
en blanco y negro.
Porque es difícil hablar
sin comprenderse,
era ausente;
la más presente
de cada irreal momento,
sin poblar los escondrijos,
con enroques de dama-torre.
Soy contigo.
Voy conmigo
a los gambitos de tu alma.
Soy porque no doy
con tu olor
en la grasienta
ciudad contaminada.
64 escaques.
Peón por alfil
voy perdiendo los estribos.
Estoy, nunca pero estoy
cuando andás fuera de mí,
improvisando,
parafraseando un jaque al Rey.
2.-
Estás para que yo más no sea
Yo y sin tu embargo,
tampoco.
Mas...Nevermore
aquí cerquita de los caprichos.
Reina tuya.
¿Por qué te tendría que querer?,
¿para que llegues ningún verano
a posarte en la rama
del árbol de la vida?
No me gusta
el maullido de los gatos en celo
ni esas torpes golondrinas que no
volverán,
por extensión,
por impresión de testigo
de una inabarcable partida de ajedrez
ad
infinitum.
1.-
Era extraña,
deliraba que tú eras vos.
Usted de ilimitadas
movidas
en blanco y negro.
Porque es difícil hablar
sin comprenderse,
era ausente;
la más presente
de cada irreal momento,
sin poblar los escondrijos,
con enroques de dama-torre.
Soy contigo.
Voy conmigo
a los gambitos de tu alma.
Soy porque no doy
con tu olor
en la grasienta
ciudad contaminada.
64 escaques.
Peón por alfil
voy perdiendo los estribos.
Estoy, nunca pero estoy
cuando andás fuera de mí,
improvisando,
parafraseando un jaque al Rey.
2.-
Estás para que yo más no sea
Yo y sin tu embargo,
tampoco.
Mas...Nevermore
aquí cerquita de los caprichos.
Reina tuya.
¿Por qué te tendría que querer?,
¿para que llegues ningún verano
a posarte en la rama
del árbol de la vida?
No me gusta
el maullido de los gatos en celo
ni esas torpes golondrinas que no
volverán,
por extensión,
por impresión de testigo
de una inabarcable partida de ajedrez
ad
infinitum.
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