Cuando
mis poemas ganen premios
Cuando ganen premios poemas como los
míos
ya estaré escribiendo otras cositas.
El asombro de lo inquieto
es el núcleo mollar de las palabras.
De cara al futuro:
incordiar,
punzar,
revolver en el estiércol,
hacer nacer el pájaro cantor
de un soplido en el barro.
Imputar al culpable de tópicos
comunes,
condonando su afán de lucimiento.
Zamarrear las carcomas medievales.
El alarido de lo inútil
zigzaguea
condición y paradigma.
El poeta desentona.
¿Para qué afinar el instrumento
con la vulgaridad perfecta?
La peripecia está dada en la mixtura.
¿Seré la llave que acceda
al portal del paraíso
a mansalva de golpes
de pseudo intelectuales?
Alterar
a señoras con miriñaque de pilates.
Oprimir
sus velillos de tufo en las retinas
hasta que salga el pus
y se vea el cielo.
Demoler
a hombres
necios que acusáis
a
la mujer sin razón,
a drug
queens y a meretrices.
Ser poeta con garrote vil en las
entrañas
del piojo despeinado.
No.
Cuando mis poemas ganen premios
el mundo será liquidez
de hielos derretidos
y el sol alumbrará horizontes
de lejanos afelios del planeta.
Tendremos que exprimirnos la sangre
y devirtuarnos.
Roer los picaportes oficiales
conduce hacia el aplauso del fracaso.
¿La lima irá puliéndonos las garras,
afiliando el desdén, los corazones?
No sabemos qué habrá en el alter latus
pero iremos, amigos,
todos juntos.
Ustedes quédense con sus petates
haciendo pases como si...,
con trampas de astronautas marineros.
A mí denme la biro, los papeles,
mi taza de café,
una medialuna
y déjenme vivir en esta inercia
de desidia otoñal.
Si mejoro un poquito
(me lo han aconsejado)
puede que me parezca
al escarmiento
de la vana soberbia del artista;
me olvide de mi voz y de mi sino
y en el avión al éxito
encantada
se desplome mi alegría,
cayendo al precipicio del vacío,
en un paracaídas que no se abre.
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